Hubiese sido hermoso besarte. Uno de esos momentos inesperados que hacen que todo -por un microsegundo- brille como en las tontas películas rosas que ambos vimos por separado en nuestra adolescencia. Un fugaz huracán en el vaso de tintorro peleón de la realidad. Quizás ese beso hubiera cambiado nuestras vidas: lo habríamos dejado todo por correr vestidos en playas nudistas o desnudos en playas textiles (porque lo importante, amor, es que amamos para sentirnos únicos y especiales ante el resto). Nos habríamos quedado sin palabras, o tal vez hubieramos dado con todas ellas de golpe, teniendo la certeza visionaria de cómo ordenarlas para componer los supremos versos bobos, que solo los enamorados como burros son capaces de soplar por casualidad. Pero habremos de quedarnos con las ganas y esperar que en un universo paralelo, nuestros labios sintiesen la carne del otro con la dulzura que solo una caricia sabe dar. Decidiste bajarte en el piso siguiente, sección de Oportunidades. (Mira que me lo digo todos los días cuando me miro al espejo por las mañanas: "no te enamores en los elevadores de los grandes almacenes" pero, como todas las cosas que hacen daño, con el tiempo ésto se ha convertido en un vicio).