Nunca
creí que estaría escribiendo esto, pero los secretos pueden ser
demasiado pesados. Y este no lo sabe absolutamente nadie. Todo comenzó
hace aproximadamente dos años y medio. En principio, yo estoy casada, y
tengo dos hijos, pero no es una relación que me haga feliz. Fue perfecta
en su momento, pero ya no lo es. Y al conocerlo a él, mi vida cambió.
Fue de a poco mostrándome otro costado de la vida y me ayudó incluso a
conocerme a mí misma y a aumentar esa confianza que nunca me tuve.
Es
un hombre súper interesante, que cualquier mujer quisiera tener a su
lado: hermoso, inteligente, con esa seguridad que a mí me falta y a él
le sobra. Generoso y distante; pero a la vez, y en el fondo, un hombre
super dulce y cariñoso. Lo difícil empieza ahora: vive del otro lado del
océano. Nos conocimos por Internet. Pero eso no impidió que pudiéramos
ser lo que en verdad somos y tener una verdadera relación de amistad.
Muchas
veces dejamos de hablar, por varios motivos. Esta vez, desde el año
pasado no sabía nada de él y, hace unos meses volvió a aparecer. Y nos
dimos cuenta, de que nada había cambiado. Podíamos estar distanciados el
tiempo que quisiéramos, pero siempre sentiríamos igual.
Esta
vez, nos decidimos, lo habíamos hablado antes, pero sin llegar a
concretarlo. Teníamos que vernos. Los dos deseábamos estar juntos y yo
sabía que no quería pasar el resto de mi vida, preguntándome si era él y
qué hubiera pasado de haberlo intentado, por lo que en un par de meses
estoy viajando a encontrarme con él.
Hoy,
estoy convencida de que es esa persona que me llena el alma. Pero
también sé que todo el tiempo que tendré a su lado será un mes y nada
más que eso. Daría todo por estar con él, excepto la felicidad de mis
hijos. Y él tiene su vida, que no cambiará por mí.
Sé
que esta historia de amor secreto ya tiene fecha de vencimiento, antes
aún de haber comenzado. Pero mientras dure, no me importa que esté a
miles de kilómetros, si aun así me hace feliz.