domingo, 13 de julio de 2014

“Dejándolo para después”


Dejándolo para después - El Asegurador Agosto 2013
Me hubiese encantado ponerle a esta reflexión “Procastinando la Vida”, pero la palabra “procastinación” no existe en español. En inglés es “procastination”; es una palabra que aprendí recientemente pero que tiene un significado simple y a la vez fuerte, ya que significa: “dejar las cosas para después”, pensando que aún hay tiempo.
¡Qué fuerte! ¿A quién no le pasa esto? Una de las cosas más complicadas es tomar la decisión de ¿qué hacer, lo importante o lo urgente? Hay una buena frase que dice: “de lo importante, lo urgente y de lo urgente, lo importante”… En la realidad no es tan fácil.
El problema es ¿cómo priorizamos y por dónde empezamos? Yo recuerdo que de niño regresaba cansado de la escuela y una vez comido y con energía recargada, venía la gran disyuntiva: ¿jugar o hacer la tarea? Como todo niño yo “quería” jugar, pero sabía que “debía” hacer la tarea. Y como ganaba el deseo de vivir, natural de la infancia, primero jugaba y luego hacía la tarea. No sabía la clase de trampa que estaba tejiendo desde pequeño, al grado que por extender las horas de juego, llegué a pensar que “funcionaba mejor bajo presión”. Esto lo seguimos pensando de adultos, vivimos atrapados en esa trampa y, así, vamos haciendo ese peligroso juego que llaman los americanos e ingleses “procastination”.
Con el pasar de los años me he dado cuenta que la verdadera alegría de la vida está en “aprender y vivir” en vez de jugar, le vamos dando más importancia al deber que al placer, pero eso no resuelve el problema, porque el virus de “dejar las cosas para después” sigue ahí.
Y no nos damos cuenta que nos estamos engañando a nosotros mismos o como dicen coloquialmente: “nos damos el avión” y con el pretexto de hacer lo que tenemos que hacer, no hacemos lo que es esencial en la vida: VIVIR.
¿Cómo hacer para arrancar? para tomar esa decisión tan importante y simplemente empezar a vivir como nos gustaría. Hace poco escribí en la red una frase que leí por ahí, que decía que cuando tenemos que elegir entre dos cosas y tuviéramos dudas, “echáramos un volado”, es decir lanzar una moneda, otorgándole a una de las posibilidades el águila y a la otra el sol.
Esto no funciona para que la suerte nos defina qué hacer, sino, para que en el preciso instante en que la moneda está en el aire, justamente antes de caer, “brote el deseo” y nos permita “sentir” en dónde quisiéramos realmente que cayera y así usar esta argucia para tentar al subconsciente y permitir que, por un momento, el corazón venciera al intelecto y sentir lo que racionalmente callamos.
Sí, porque lo grave es que hay muchas cosas que “dejamos para después”. Nada más equivocado, porque lo hacemos sobre todo para las cosas que realmente quisiéramos hacer en la vida. Quizás un poco por temor, quizás porque pensamos que “ ya habrá tiempo para ello” y el problema es que la vida se nos va sin vivir a nuestra manera. Imagínense qué belleza que pudiésemos decir al final de nuestros días lo que dice la canción que inmortalizó Frank Sinatra “I did it my way”, y en castellano, grandes autores como Estela Raval y Raphael hicieron con las versiones tituladas “A mi Modo” y ” A mi Manera”, respectivamente, y que expresan la idea central del autor (Paul Anka) que dice: Ahora que el final se acerca, puedo decir que viví a mi manera.
“ Bronnie Ware, la escritora y cantante australiana, después de varios años de estudio de muchos casos de pacientes terminales, escribió el libro “Los cinco principales arrepentimientos de los que van a morir”.
Lo interesante es que no hubo ninguna mención al sexo, ni a emociones vibrantes como hacer el puenting, tirarse en paracaídas o a los clásicos de escribir un libro o plantar un árbol.
Lo que descubrió Ware después de centenares de entrevistas con enfermos a punto de morir es que sus cinco principales lamentos eran:
1. Ojalá hubiera vivido a mi manera complaciéndome a mí mismo y menos a los demás.
2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro (sobre todo los varones)… no me hubiera perdido de la infancia de mis hijos y hubiera disfrutado más a mi pareja.
3. Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos más a menudo. Muchas veces las personas renuncian a sus sueños e ideales por complacer a los demás y esa frustración es el origen de muchas enfermedades.
4. Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos, porque son un incalculable tesoro.
5. Ojalá me hubiera atrevido a verdaderamente ser feliz.
Estos cinco “ojalás” nos muestran cómo vivimos atrapados en viejos patrones y hábitos. Yo te preguntaría a ti, lector: ¿Qué cosas importantes quisieras hacer en tu vida, pero las estás dejando para después? …para cuando tengas tiempo… para cuando no tengas tantas obligaciones… para cuando te lo permitan tus ocupaciones… para cuando tengas tiempo para ti… para cuando tengas suficiente dinero o por el pretexto que tú quieras.
¿Cuándo vas a empezar a vivir a tu manera? Todos pensamos que aún tenemos tiempo, y… qué tal que no lo hubiera… qué tal que de repente te dijeran que te queda un mes de vida… quizás entonces escribirías al igual que tanta gente le describió a Ware sus lamentos más importantes.