Mark Watkins, de 36 años, decidió salir a pescar de la misma forma en que lo hace cada semana, sin percatarse que descubriría algo raro que parecía un alíen, sobre todo luego de ver que varios tiburones se encontraban rodeándolo.
Junto a sus compañeros de viaje, el hombre decidió investigar un poco más, seguro de que encontraría una nueva especie, un bote o un balón de aire, pero cuando finalmente rodeó “la cosa”, se enfrentó a una verdadera maravilla de la naturaleza, aunque perturbadora.
Se trataba de una ballena muerta, que tenía tanto gas dentro de ella que se había volteado completamente, y por el aroma, había atraído a cientos de animales que estaban comiendo de ella.
Pero esta no es la primera vez que ocurre, según indican medios australianos, la región suroeste del país se convierte en cementerio de animales tan viejos como este, específicamente de junio a agosto, debido en gran medida a las temperaturas tan agradables.
Sin duda este momento es una mezcla entre tristeza y sorpresa para los pocos afortunados de verlo. Hace algunos años un hombre saltó a una ballena muerta para poder tocarla, exponiendo su vida a los tiburones que se acercan para alimentarse.