No existe género único para cometer una infidelidad, esta es una actividad que no distingue especies. Como ya te habrás dado cuenta, aquí te hablaremos de una investigación muy importante realizada por dos profesores de distintas universidades, uno de ellos es John Manning, que formaba parte de la Universidad de Northumbria y su compañero de investigación, el profesor Robin Dumbart perteneciente a la Universidad de Oxford.
Todas las especies animales por
naturaleza presentan un grado de infidelidad, aunque algunos son más
persistentes en dejarse llevar por el placer, otros simplemente
prefieren mantener al mundo tranquilo. Existen animales que tienen
completa libertad, gracias esto le tiran a todo lo que se mueva, pero
hay otras especies como los pingüinos, que una vez que eligen a su
pareja jamás la abandonan. Los profesores de la investigación “Stay or
Stray” “Quédate o vete”, afirman que los humanos se encuentran en el
punto medio de ellos, es por eso que unos son fieles y otros no.
Lo que más llamo la atención de esa
investigación, es que las manos están relacionadas directamente con que
tan “ojo alegre” o fiel sean los humanos. Se realizó este estudio a unas
600 personas aproximadamente, a las cuales se les hizo una encuesta y
se tomó una huella de la palma mano derecha. El resultado de la
investigación, dejó a los científicos sorprendidos.
Lo que ambos concluyeron, fue que las
personas que tienen el dedo índice más pequeño que el dedo anular,
tienen mayor probabilidad de ser infieles. Para poder declarar esta
hipótesis, estudiaron a fondo los resultados de las preguntas realizadas
a los participantes. De ahí analizaron la relación entre las manos y
las respuestas de ellos. Y fue así como sacaron su conclusión final.
Este estudio fue hecho con personas de
ambos géneros, por lo tanto no se encontró ninguna variable de
probabilidad de ser más infieles unos que otros. Según platican
los expertos, las personas con dedos anulares cortos producen una mayor
cantidad de testosterona, lo que los hace ser de personalidad
“cachonda”. Gracias a los profesores, a través de este
experimento se pudo demostrar que las personas aún se encuentran en la
fase intermedia de su evolución.
Una parte de los humanos busca la
felicidad tan solo con una pareja, mientras que el resto no se conforman
hasta conseguir más de una.